YO TENGO EL VIRUS
24/03/2020
Quisiera compartir con vosotros algunas reflexiones de éstos días. Hace días que
he decidido no mirar la TV, leer muy poquito el diario y no abrir los videos y
audios que enviamos de forma masiva por whatsup. Resulta que quiero estar
dentro y exponerme lo justo. Cuando estoy presente me siento en paz y feliz,
cuando me voy fuera de mi, siento preocupaciones, miedos, nerviosismo. No vivo
en mi presente.
He estado observándome y viendo cómo he contribuido desde mi pequeño lugar al
desarrollo de este “virus humano” pandémico. Y éstas son algunas de mis
contribuciones…
He sido indiferente a lo que sucede no muy lejos de mi casa. Ahora “el mundo” está
en pánico porque el virus mata a miles de personas. ¿ Y todas esas cientos de miles
de personas que mueren cada día y no por causa de una enfermedad, sino por los
matan los ejércitos, los países, los gobiernos? No nos preocupamos por ellos,
porque al final están lejos de nosotros, no se parecen tanto, o son de otra raza o
religión, o “x”.
He sido egoísta con cada queja sobre mi vida y comodidades. Resulta que ahora
estamos confinados y nos sentimos víctimas por no poder hacer la vida que
teníamos, nuestra rutina diaria, ir a trabajar, al gimnasio, a pasear, a comprar.
Paremos un momento. La mitad del mundo no puede salir a la calle libremente, las
mujeres de algunas países ni siquiera pueden ser dueñas de su propio cuerpo.
Cientos de miles de personas no tienen un trabajo digno, no tienen un hogar donde
estar seguros, no tienen calefacción ni agua potable ni pueden permitirse comprar
nada.
He sido desagradecida. Cuántas veces he dado por sentado la vida que tengo que
me he creado, y me he dicho: “me lo merezco”. Y por supuesto que es así, pero no
se merece cualquier ser humano tener una vida digna, sin terror a morir, sin el
terror de vivir en lo sucesivo día tras día caminando, escapando, pidiendo al
mundo alguien que los escuche, que les de una oportunidad de ser y existir. Ser.
Hay muchas maneras de no ser canta la canción. No he agradecido lo suficiente
todas las oportunidades que me ha dado la vida. Hay muchas personas que por
nacer en un territorio “x” no puede estudiar, no puede elegir con quien casarse, ni
cómo vivir su sexualidad, ni tienen recursos para comer o vestirse, ni puede soñar
con viajar a otros lugares, como por ejemplo lo que habitan Gaza, que jamás
salieron de allí. ¿Y yo, me quejo porque tenia unos planes para semana santa que
no podré realizar?
Tristemente ese virus está en mi.
Resulta que ya estoy contagiada del virus. Es una realidad. Ya estoy contagiada
amigos, ahora tengo que curarme. Quiero curarme. Curarme de la hipocresía, de la
ignorancia, de la falta de palabra, de la indiferencia, de la competitividad
destructiva, del querer acaparar, de la comparación, de la enfermedad del olvido.
Me quiero curar de la falta de consciencia.
Tengo esta oportunidad. Me puedo quedar compadeciéndome de mi triste vida de
confinamiento, pensando en todo lo que no puedo hacer fuera, reenviando miles de
audios y videos de “risa”, viendo los féretros en camiones del ejercito en Italia y
pensando “que horror” (cuántos cientos de miles de civiles mueren en el mar
tratando de huir del horror de sus vidas a ellos tampoco les despiden ni los
entierran, cuántos refugiados se agolpan en las fronteras de Europa y malviven
para encontrar una oportunidad, y nosotros respondemos levantando los muros) y
lamentándome por el futuro de mi economía y de la economía “mundial”.
Somos un virus amigos, para el planeta, entre nosotros. Ya estamos enfermos, así
que no entren en pánico. El virus eres tu. Soy yo.
Entre las leyes universales, está la de “como es dentro es fuera”.
¿Qué puedes hacer para reparar el daño que has hecho? ¿qué puedo hacer para
reparar el daño que he hecho?
Ahí está la clave. La solución del problema. El problema trae la solución.