REFLEXIONANDO SOBRE LA CONSTRUCCION DE MI YO SOMÁTICO
15/03/2022
REFLEXIONANDO SOBRE LA CONSTRUCCION DE MI YO SOMÁTICO
El cuerpo se forma en anticipación al fin que sirve, asume una forma; una forma para
trabajar, para luchar, para sentir, así como una forma para amar.
Victor E Von Gebsatel
Todo lo que está vivo, tiene movimiento: se expande, se contrae, se alarga,
se acorta, se hincha y encoge, bombea, pulsa, coge para sí, rechaza, se defiende, se
adapta, cambia de dirección, tiene ritmo, vibración, pálpito. Toda vida implica
movimiento, y cada movimiento contiene un proceso organizador, propiedad
innata fundamental que se halla en todo lo vivo. Todo lo vivo busca establecer y
mantener un orden. Todo lo vivo cambia de forma.
S. Keleman nos dice que “embriológicamente hay un proceso que guía el
desarrollo de dos células inicialmente unidas mientras crecen hasta llegar a los
trillones de células. Este proceso tiene reglas y procedimientos definidos.” Este
orden explicaría “cómo una sola célula ya posee todos los componentes de
expansión y contracción; cómo se organiza el espacio interno, cómo una célula
origina inflamación y encogimiento; cómo una célula crea toda una serie de células
y la organización de un tubo o conducto; cómo un tubo se convierte en 2 y éstos 2
en 3. La motilidad tubular determina la forma de cada persona y le proporciona su
sentimiento básico de identidad. Un tubo rígido conduce a la inflexibilidad y a
sentimientos de crítica excesiva y de temor al colapso. Un tubo denso origina poco
movimiento y origina miedo a estallar; un tubo hinchado crea una falta de
identidad, y un tubo vacío produce sentimientos de anhelo intenso y miedo a
autoafirmarse.”
Convertirse en adulto supone algo más que una proliferación de células. Si
bien tenemos un cuerpo genético que nos viene dado, nosotros también formamos
ese cuerpo con nuestras decisiones y experiencias. Keleman en sus obras, nos hace
reflexionar acerca de nuestra identidad somática.
Algo muy habitual en las clases de Pilates o en la consulta de osteopatía es la
frase “tengo mala postura”. Para empezar podríamos decir que esta “mala postura”
surge de la comparación con una “buena postura”. Si bien hay casos claros de
patrones que alteran nuestro equilibrio, la postura sería una consecuencia de la
organización interna y externa en el que se incluyen las respuestas del sistema
nervioso, respuestas celulares, orgánicas, musculares, articulares, procesos
bioquímicos, pero también somos resultado de nuestros sueños, gustos, historias
personales, creencias, y de las vivencias emocionales con los otros y con nosotros
mismos. Podríamos decir que “mi postura” finalmente es una historia. Una historia
que he aprendido a ser, que me ha atrapado a veces, que en ocasiones he desafiado,
que resume los procesos internos y externos con los que me he relacionado pero
también explica cómo me he relacionado con esos procesos. El resultado es una
construcción material, y psicológica, una forma que es sólo mía y que me otorga un
lugar en el mundo. Esta postura visible desvela lo invisible que hay en mi y que me
hace ser quien soy. Y ese ser quien soy, ¿cómo se formó?, ¿de qué manera me
cuento la misma historia y me alimento de ella una y otra vez? ¿cómo puedo
mirarme con otros ojos y cómo puedo contarme otras historias que cambie lo
invisible en mi?
“Al final de la vida somos la historia que hemos hecho carne” S. Keleman